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LA MULETA AGRIETADA

Soy esa estructura que sostiene, que contiene, que limita tu caída. Soy tu último abrigo, cuando todo lo demás está en llamas. Alimentas la tensión, alimentas la espesa pena con tus desazones eternas. Alimentas la contracción del amor con la desolación que te inunda el ser, sabiendo que la estructura sigue ahí. Sabiendo que siempre está. Derramas otra pena, “solo una más” te dices, como reconociendo tus carencias lastimeras. Te victimizas de cara a tus traumas, te vuelves pequeña como una aguja. Punzante. Hiriente. Simple y fría. Nada más importa. La estructura está ahí, rajada, dañada, cansada. Ahí está tu contención, tu contenedor… tu recipiente en el que guardas las miserias como drogas vencidas. Todo se opaca tarde o temprano. Nada resiste tal presión. Llegaste al límite. Lo agostaste, lo aniquilaste. La fisura cedió y mi cordura se derramó escaleras abajo.

FATAL ERROR

El lugar se llena del antiguo hedor a ese trillado eco que me ahoga en arcadas de Déjà vu y me hastía hasta vomitar un futuro calcado de la eterna línea recta de la cordura. Se me duermen las ideas en todo este viaje sin sentido que se acelera con cada latido del complejo conjunto de músculos que llevo dentro del pecho y sólo algunas pequeñas ternuras lamen mi seca piel. Todo intento es fallido y el sistema se enlentece y entra en un bucle infinito del que no puedo escapar. Reiniciar. Apagar. Error fatal.

CERO

Nada te rescata. Nada te alcanza. Nada es lo que esperabas cuando la puerta te tapa el sol. ¿Cuántos juguetes quemaste para llegar a este día? ¿Cuántas preguntas preferiste no hacerte? ¿Para qué tanto apuro, si lo que perseguías era tan difuso? Un puñado de segundos para no implotar. Una porción de momento para esquivar la realidad. Una ley seca de amor en mares de caras por reflejar. ¿Cómo llegaste hasta acá? Tengo el apuro que trae el vacío. Tengo la maldita necesidad de rescatar lo que siempre tengo que rescatar. Eso que aparece y, sin darme cuenta, se vuela con el viento inevitable de lo que se enmascara para no desaparecer entre sus propios miedos. ¡Ah! Los miedos... Barcazas para los seres amargos cual realidad.

EL RESULTADO

Extraña mezcla de violencia y placer, de odio y desconcierto... amor y pecado. Soy hijo del salvajismo enmascarado, de la hipocresía hecha carne. Soy el producto de un segundo de ardor sin razón de ser. Soy el parche a un espacio vacío... el heredero de mil dolores y un desamor. Soy el verdugo y el prisionero de un capricho. Soy un parte del desperfecto del universo y también de su solución natural. Soy “ese”, “aquel”, “el otro”... el de siempre. Soy el bufón de todos y el león enjaulado de mi espejo. Soy un vago recuerdo de mi padre y casi un extraño para lo que delira mi madre. Soy la mentira de la oficina. Soy el que sobra en el planeta. Soy quién no pidió ser parido, ni controló su existir sinsentido. Soy aquél que tiene a la muerte de su lado y una cita con ella cuando quiera. Soy lo que no ven tus ojos vendados. Soy el beso que negaste, aún deseando morder mis labios. Soy la máscara más confiable que te hayas cruzado. Soy lo que quieras que sea, dentro de lo que hago que quieras.

300 SEGUNDOS

Sólo cinco minutos para un torrente de nada en medio de tanto bullicio. Una bocanada de silencio para asfixiar este infierno de gente. Un manto de piedad para cubrir los huesos de esta urbe desnuda de amor, pero merecedora de clemencia. Sólo cinco minutos y no más, para comenzar a entender el entretejido del Universo. Me bastaría con llegar al ojo de la cerradura para espiar los disfraces de Dios… esos con los que intenta satisfacer a un Demonio de manos abiertas y patas frías de tanto esperar. Cinco minutos… no más.

SOY LO QUE VES

Soy lo que ves, lo que tengo, lo que doy. Soy lo que digo, lo que pienso, lo que siento. Soy todo lo que hago, lo que dejo y lo que llevo. Soy todo lo que puedo, lo que me dejan, lo que no son los demás. Soy mis palabras, mi aliento, mi desprolijo sentir tanto amor y tanto odio… todo al mismo tiempo. Soy mis miedos, mis alegrías (aunque contadas), mis rencores, mis dolores, mis sonrisas escasas. Soy mis caricias, mis escupidas, mis inocencias, mis puteadas y mis “te extraño”. Soy más que un simple loco y menos que un pobre maniático. Soy mis locuras, mis rarezas, mis perezas, mis proezas, mi entereza, mi violencia y mi ausencia. Soy expresivo, explosivo, cansador, puntilloso, obsesivo, retraído, asesino y suicida. Soy depresivo, amoroso, simple, contenedor, alentador, un mal ejemplo y el mejor en nada. Soy miserable, egoísta, vacío y lleno de nada o demasiado (no lo tengo en claro). Soy un perro herido, un muerto que camina, un ave que no vuela, un sol que no amanece. Soy lo que puedo,

HOGUERA

La menguada noche estaba en retirada. Los sueños se acobijaban en nuestras manos entrelazadas. Nuestros labios ya se conocían de memoria… de toda la vida. En el aire flotaba esa esencia que profetiza el calor de las almas que se funden en el frenesí de la carne. Y tu mirada… tu mirada se rendía ante la tormenta que vendría. Humedecí de negro la habitación, vistiendo las luces con mis sombras y en la obscuridad total, que tanto inquietaba tu alma, me acerqué a tu cama para disimularnos bajo las sábanas. Mi corazón se aceleraba como río revuelto mientras tu piel se erizaba conteniendo el volcán que se esconde en tu vientre. Mis dedos, mis labios, mi lengua… juntos, explorando cada sector de tu cuerpo. Juego con mi boca en tu pecho. Me desarmo sintiendo tu respiración insondable y me dejo llevar por el poema que recitan tus suspiros. Nada puede tocarme estando tan cerca del limbo. Mis manos se extravían en un mar de locura al rozar la belleza del monte norte y mis dedos sacian su sed en

JUEGO LENTO

El juego comienza desde abajo... lentamente. Inundo el lugar de dulce obscuridad, pues quiero volver a escuchar el idioma de su piel sin el susurro de todo aquello que los ojos creen ver. Tan sólo dos seres intentando escapar de una asfixiante soledad… Inicias la danza, perfumando el aire con tu expectativa, mientras te espío desde mi lugar. Comienzas a quitarte las máscaras, dejándolas caer sobre el suelo, como si ésta noche no doliera la verdad. Sientes que el silencio se corta con mi aliento bañando tu frágil cuello de sirena y no intentas escapar… tus ojos cerrados, completan la ansiedad… pero quedas inmóvil, cual trampa abierta atrayendo a la pobre bestia desprevenida. Caigo en tu maquinación y me dejo llevar por la sangre que descontrola mis sentidos. De un arrebato, te abrazo por detrás, casi perdiendo el equilibrio, y contra la fría pared que intenta calmar mi ímpetu, me alimento de tu piel… atravieso tu carne con mis mordidas, hundiendo los colmillos en el resto del dominio d

AVERNO

Un infierno se desata en mi cabeza, entre plagas de ideas, fantasías y temores. Me detengo en medio de las llamas de mi ímpetu para dirigir la sinfonía de enajenaciones que intentan sofocarme. Observo a mis demonios y con cada mirada entrego una ley, un trayecto… aunque no lo deseen, saben que las riendas están tensas y que no hay modo de escapar del destino que les tengo escrito. Mi deseo no es apagar las llamas, pues he conocido el paraíso y el asfixiante silencio de la paz me ensordecía hasta la demencia… mi deseo es sostener el fuego, utilizarlo como lecho, cambiar su color… mi deseo es utilizar su energía para cruzar hacia el otro lado. Aquel del que no hay retorno. Tengo las herramientas para llevar a cabo lo que busco. El sensual filo de un cuchillo, una soga gruesa como mis penas y una vasija humedecida en sangre dónde volcar el alma de los que no callen sus irrespetuosos pensamientos asimétricos. El orden, lentamente, se hace dueño de éste dulce averno… ahora puedes ocupar tu

LUNA ROJA

Te encontré en el lugar indicado, justo después de la hora marcada... La noche se gestaba y tu piel me abrazaba desde la distante penumbra que te acobija... te sugerí recorrer la tierra por debajo de las sucias raíces de la ciudad que ya nace muerta, empapada de mentes herméticas y ojos ciegos. El tiempo se detuvo mientras las palabras nos bañaban y dibujaban historias pisadas... historias de soledad haciéndole el amor a una niña que guardas en las entrañas... historias de cómo empezó ésto y de cómo terminaría. Me incrusté en tus ojos para ver el mundo desde tu tan amado lugar y, desde allí, vislumbré las dos pequeñas luces de las que me hablabas y que disolvían aquellas sombras de las que te tanto te ocultabas. Más tarde, en el vientre de la noche y en el borde de la tierra, sentí tus frías manos acariciando mis ideas bajo una luna roja como la sangre que trotaba por tus venas. Te ofrecí mi cuello y tu lo tomaste… te entregué mis sinceras palabras y mis manos abiertas para que acalles

ELLA

Un rayo de extraña luz cayó repentinamente sobre mi piel, marcando un sino que no he de remediar. De nombre oculto, voz roída por humo y desamores, de piel blanca y suave como su recóndito calor más sincero y con su máscara del color de sus penas, dibujada sobre el rostro… así llegó ella, repentina como orgasmo ardiente… El juego comienza y tira la primera ficha. Se arriesga y apuesta a mi sigiloso perro que, en guardia, la observa. La huele. La estudia y, casi sin respirar, espera su próximo movimiento… La mordida será al cuello y causará una gran herida, pero mi perro sabe un truco para dilatar su dulce agonía. Mantiene la boca en su garganta, saboreando la sangre que escapa de la grieta abierta con pasión y ternura... más tarde, rendida sobre la cama, un último estertor pondrá punto final a la noche y se esconderá antes de que comience el nuevo día. Yo observo a su perro, que ladra mil insultos e insinúa mil ansias… no le quito la mirada, pues sospecho que si lo hiciera, se abala

MOJADO

Cuando miro hacia el fondo de mis entrañas, me pierdo en el rojo de mis pasiones y quedo enceguecido por todas mis máscaras. Me encierro en mi mente y mantengo a salvo a mis ideas más despiadadas. Recorro un sinfín de habitaciones construidas con tus juegos de mujer y me divierto al interpretar cada una de tus mentiras más elaboradas. No tengo nada en contra de tus agravios, naturales de un frío corazón, pues reconozco que es parte del teatro que escondes tras un velo de dolor y desamor. Tal vez quisieron amarte y dejarte, cazarte y exponerte o, simplemente, así se dio, pero te pido que no intentes lo que prohíben mis sentidos o deberás arrodillarte y pagar el precio de tal desatino con un trozo de alma y con el rojo de tu corazón. Salgo, despierto y abro la boca para tomar una bocanada de oxígeno que complete mi pecho. Exhalo dos piedades y mil desconfianzas, puesto que mi carne es de hielo y mi mente es de latón. Se corroe mi paciencia con los años que se acumulan sobre un montón de

VUELO INVERSO

Es difícil llegar a lo alto de la montaña cuando tus huesos se parten como hojas secas de tanto cargar con la muerte en tu espalda… Siento la presión de tu mirada acusadora recordándome el porqué de todo lo que tenemos… y lo que dejamos escapar. Siento el frío de tu piel que inunda la habitación de un vomitivo color de orgullo viejo… tal vez yo haya querido que sea así. Siento la velocidad de tu desamor atravesando lo que queda de mi pasión avergonzada… aunque nada pueda hacer para evitarlo. Siento la compasión del espejo que intenta rescatarme del borde de la locura… pero cierro los ojos para dejarme caer. Siento lo que nos pasó… y siento lo que no pude evitar. A fin de cuentas, lo importante es sentir, y eso es algo que ya sabías antes de atarte a un pobre maniático que no supo detener el paso del tren. No me culpo, no te insisto, no permito que las hojas se rompan sin antes escribir una historia de descontrol y ardor… de muerte y sexo. Es cómodo caer en la llanura cuando tus sueños

DÉJÀ VU

Noche tras noche pretendo fugarme de la realidad que intenta vestirme y busco refugio en tus labios llenos de sol. Noche tras noche, bailo con esa fantasía y me pierdo en un mar de delirios de viejo insalvablemente soñador, pero adicto a la realidad que me acecha. No tengo remedio, ya lo sé… y noche tras noche, me lo recuerdan tus ojos. Vuelvo desde la lejana ciudad que construyó mi imaginación herida y me ensaño con la idea de que soy libre, aunque mil sogas amordacen mis palabras y paralicen mis manos de acariciar esa cálida ilusión que brota de tu mirar. Me acerco a tu jardín y alucino con ese piano negro que deja caer la marcha fúnebre que acompaña todo lo que soñé desde que besé tu piel bajo la lluvia del amanecer y vuelvo a volar… una y otra vez… noche tras noche. Despierto seducido por la brisa que alguna vez hizo nido en tus cabellos y me pierdo en el viento que te trajo a mí, hasta desaparecer… hasta volver a desaparecer.

HUESOS DE PAPEL

Cuando tu Dios sucumbe ante tu despertar y el infierno se desdibuja en el horizonte de la realidad, sólo quedan tus manos y tu sangre... tus ideas y tu carne. Cuando el más allá se quite el disfraz de utopía y te observe con su mentirosa mirada de humo, tus ojos podrán ver la obscuridad al final del túnel y tu vida se habrá perdido en un cuento seco y vacío. Vivir ahogado en la nada o morir exhalando honor. Hacer algo, nada más. Si tus huesos no pueden sostener tus penas, no tienes más que tus ideales para cargar el peso... sin mis ideas, mis sueños, mis miedos o mi entereza, no soy más que otro interfecto cuerpo que camina sobre ésta tierra de papel quemado. No quiero despertar otro día bajo la densa mata de humo que oculta mi delirio.